Las historias de amor detrás de los monumentos
¿Es cierto que el romanticismo ha muerto? Flores, bombones, paseos bajo la luz de la luna, atardeceres mágicos y otros detalles han servido a parejas de todo el mundo para compartir momentos de amor y felicidad. Sin embargo, muchos de estos gestos han caído en el olvido o, simplemente, han pasado de moda.
Independientemente de si creéis que el romanticismo necesita reinventarse o si pensáis que debe seguir fiel a como era, lo cierto es que este sentimiento nos ha dejado un importante legado para la Historia del Arte. Por este motivo, en Civitatis nos ponemos románticos para repasar las historias de amor detrás de los monumentos.
El balcón de Julieta, un imprescindible de Verona
La mítica tragedia de Shakespeare, Romeo y Julieta es uno de los amores prohibidos más míticos de la literatura universal. La historia de estos dos amantes transcurre en la bella Verona, donde tienen lugar las enemistades entre los Montesco y los Capuleto.
En esta ciudad podéis encontrar una vivienda nobiliaria del siglo XII que perteneció a la familia dal Capello. Se cree que, por su similitud semántica, este lugar pudo haber sido el hogar de Julieta. Sin embargo, el famoso balcón del suicidio de Romeo no se construyó hasta el siglo XX. Si queréis conocer toda la verdad de este mítico edificio, no dudéis en reservar el free tour por Verona.
Taj Mahal, historia de amor palaciego
Considerado como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno y declarado Patrimonio de la Humanidad, el Taj Mahal tiene sus orígenes en la India del siglo XVII. ¿Sabíais que fue un regalo de amor del emperador mogol Shah Jahan a su mujer Mumtaz Mahal? Precisamente es esta princesa la que da nombre al edificio.
Aunque quizás hoy en día no sea muy romántico enamorar a alguien con un monumento funerario, el Taj Mahal es todo un símbolo del amor que se profesaba esta pareja. El emperador quedó destrozado tras el fallecimiento de su esposa favorita durante el parto de su decimocuarto hijo, motivo por el que decidió levantar esta auténtica obra de arte en su honor.
Se cree que en la construcción de este complejo se emplearon más de 20.000 hombres y miles de elefantes para transportar los costosos materiales que llegaban a Agra de diferentes partes del mundo. Desde el mármol blanco de Rajastán, pasando por el jade y cristal de China o el lapislázuli de Afganistán. No obstante, esta construcción llevó al emperador casi a la ruina, lo que le llevó a ser derrocado por uno de sus hijos. Cuenta la leyenda que Shah Jahan fue encerrado en el Fuerte Rojo, desde donde siguió contemplando el Taj Mahal hasta sus últimos días.
El palacio de Mirabell y la historia de amor más famosa de Austria
Ubicado junto al río Salzach y rodeado de preciosos jardines, el palacio de Mirabell es uno de los monumentos más importantes de Salzburgo. El edificio fue construido en el año 1606 por orden del príncipe-arzobispo Wolf Dietrich para servir de residencia a su amante Salomé Alt, con quien tuvo 15 hijos.
Además de esta historia de amor, el palacio de Mirabell también ha sido conocido en todo el mundo por ser uno de los escenarios principales de la película Sonrisas y lágrimas. ¿Recordáis a Julie Andrews cantando en estos jardines?
El templo de Nefertari y la pasión en tiempo de los faraones
Nefertari fue una de las pocas esposas de faraones que logró tener un templo a la altura de los de los grandes gobernantes del Antiguo Egipto, pues hasta entonces estos edificios se dedicaban solo a los hombres.
Ubicado en el sorprendente complejo de Abu Simbel, al sur de Asuán, esta enorme construcción excavada en la roca se encuentra junto al gran templo de su esposo Ramsés II. Además de ser uno de los lugares más bonitos para ver el amanecer en Egipto, es fruto de una de las historias de amor más míticas de los tiempos de los faraones. De hecho, la confianza entre ambos era tal que Nefertari llegó a recibir el título de Señora de las Dos Tierras, asumiendo la regencia cuando su marido estaba en la guerra.
El templo de Nefertari está dedicado a la figura de esta mujer que conquistó el corazón de Ramsés II y a la diosa del amor y la sexualidad, Hathor. Fue la primera vez en la historia que una fémina era representada a nivel monumental con esculturas casi del mismo tamaño que las del rey de Egipto. Un dato curioso: ¿sabíais que los templos de Abu Simbel estuvieron ocultos bajo la arena durante siglos y no fueron descubiertos hasta principios del siglo XIX?
Sweetheart Abbey y un corazón viajero
Escocia alberga otro de esos monumentos sostenidos con los fuertes pilares del amor. Su historia se remonta al siglo XIII, cuando la madre del rey Juan I de Escocia pierde a su esposo. Lady Dervorgilla, atormentada por la muerte de John de Balliol, ordena embalsamar el corazón de su marido para poder llevarlo consigo a todas partes en un cofre de mármol.
En uno de sus viajes, Lady Dervorgilla ordena levantar la abadía de Sweetheart Abbey donde, como último deseo decide ser enterrada junto al corazón de su amado. Una historia triste y repleta de melancolía pero, a la vez, movida por la unión de dos almas gemelas.
Las cruces de Leonor y la tristeza de un rey
Leonor de Castilla, hija de Fernando III el Santo, fue reina consorte en Inglaterra por su matrimonio con Eduardo I. A su muerte, en el año 1290, el cortejo fúnebre trasladó su cuerpo desde Harby hasta Londres para ser enterrada en la abadía de Westminster.
El monarca, entristecido por su pérdida, ordenó que se levantara una cruz conmemorativa en cada uno de los lugares donde descansó el cortejo real. Son las llamadas cruces de Leonor. Aunque originalmente eran 12, en la actualidad apenas se conservan tres de ellas, la de Geddington, Hardingstone y Waltham.